
Poor girls. The world fattens them on the promise of love. How badly they need it, and how little most of them will ever get. The treacled pop songs, the dressed described in the catalogs with words like «sunset» and «Paris». Then the dreams are taken away with such violent force; the hand wrenching the buttons of the jeans, nobody looking at the man shouting at his girlfriend on the bus.
Pobres chicas. El mundo las ceba con la promesa del amor.
Pobres chicas. Sueñan con ese amor como quien busca una red de seguridad que le proteja cuando el resto del mundo se vuelva loco. Y se volverá. Loco. Abandonarán la infancia, serena y plácica, y andarán como Dorothy por el camino empedrado hacia un Mundo de Oz que no existe. Solo que no habrá zapatillas rojas. Solo dudas, incertidumbre y soledad. Y en lugar de un gran cartel que les anuncie la llegada, será el dolor quien les dé la bienvenida a la edad adulta. Los castillos de naipes destruidos. La ira en el estómago de por vida.
Por un momento, creyeron ser vistas. No lo fueron. Ese es el espejismo del amor. Lo dijo Kate Millett: «el amor ha sido el opio de las mujeres como la religión el de las masas».
Emma Cline, autora de Las Chicas, su novela début, aborda el tema de la adolescencia en femenino echando mano de uno de los capítulos más desdichados de nuestra reciente cultura pop. Sí, porque el episodio de Charles Manson y sus acólitos pertenece a esa especie de subtexto que tiene que ver con la violencia sobre la que se erige el mundo occidental.
Sin embargo, lo que menos importa a la autora son los asesinatos cometidos por la gente del rancho. Ni siquiera el personaje de Russel, trasunto del mismo Manson, será revelado más allá de ese ser patético y frustrado que en realidad fue. En Las Chicas, la violencia que más interpela es aquella ejercida de manera silenciosa. Una mirada, un reproche, una bofetada. Una chica obligada a enseñar sus pechos. Una violación. Todo ello sin golpes, sin gritos, sin aspavientos. Desde principio a fin, el libro se posiciona a través de una violencia emocional llena de aristas.









